Para todos y para nadie

Hacia una crítica de la subjetividad militante

Dedicamos este número de dialéktica a quienes luchan por destruir

el mundo que necesita dirigentes para hacer políticay religiones para vivir.

(Editorial – Año XXII – número 25 – otoño 2013)

1.

Entre las innumerables declaraciones suscitadas en la izquierda por la muerte de Chávez y la entronización del nuevo Papa –ni hablar de las suscitadas en el progresismo–, no hemos dado con una sola que destacara lo que para nosotros es fundamental.1 Aun si hubiéramos leído o escuchado alguna crítica al liderazgo y alguna crítica a la religión, no sería ése el punto de partida de nuestro planteo. Porque lo que debe ser criticado –teórica, práctica y despiadadamente– es la relación social que necesita líderes para hacer política y religiones para poder vivir.2 Recordemos, una vez más, la premisa de toda crítica:

El fundamento de la crítica religiosa es: el hombre hace la religión, y no ya, la religión hace al hombre. Y verdaderamente la religión es la conciencia y el sentimiento que de sí posee el hombre, el cual aún no alcanzó el dominio de sí mismo o lo ha perdido ahora. Pero el hombre no es algo abstracto, un ser alejado del mundo. Quien dice: «el hombre», dice el mundo del hombre: Estado, Sociedad. Este Estado, esta Sociedad produce la religión, una conciencia subvertida del mundo, porque ella es un mundo subvertido. La religión es la interpretación general de este mundo, su resumen enciclopédico, su lógica en forma popular, su point d’honneur espiritualista, su exaltación, su sanción moral, su solemne complemento, su consuelo y justificación universal. Es la realización fantástica del ser humano, porque el ser humano no tiene una verdadera realidad. La guerra contra la religión es, entonces, directamente, la lucha contra aquel mundo, cuyo aroma moral es la religión.3

De ahí que nuestra lucha se dirija fundamentalmente contra las siniestras cadenas que nos oprimen (la relación social capitalista), no simplemente contra las flores ilusorias que las recubren (el Estado), no simplemente contra el aroma moral que las embriaga (la Religión).

Desde esta perspectiva, la serie completa de editoriales e introducciones a cada dossier de dialéktica compone nuestro modesto intento por intervenir en la agenda de los trabajadores, entre quienes nos contamos, y en la agenda de las organizaciones de los trabajadores, en las que participamos. Intervención que consiste en el esfuerzo por plantear los problemas de nuestra vida cotidiana en contra de la manera burguesa de plantearlos y a favor de la autonomía de la clase trabajadora. Por eso, si bien afirmamos la necesidad de luchar por mejoras salariales, por la ampliación de derechos, por una mayor participación en las instituciones burguesas… no perdemos de vista que estas reivindicaciones reclaman soluciones dentro del sistema capitalista. Cuando, muy por el contrario, nuestro objetivo es la radical destrucción del capitalismo, no su reproducción ampliada.

2.

Si al lector distraído se le pasó nuestro anterior editorial («Capital: ese brillante objeto del deseo»), le contamos que allí pusimos en cuestión el estadocentrismo –tan característico de los progresistas como de las izquierdas– y su consecuente compulsión a repetir la agenda burguesa. Y que, además, nos preguntamos por qué estamos masivamente tan contentos con el capitalismo, por qué casi nadie proyecta otra relación con la producción, otra relación con el tiempo, otro tipo de sociedad. Si, ahora, el mismo lector está ávido de novedades, le pedimos que no se precipite en la búsqueda de aquel número ya que no dimos con una respuesta clara, precisa, al problema que formulábamos.

Sin embargo, retomamos un planteo que no atendiera tanto al contenido ideológico que pregonan sin cesar las agrupaciones políticas –muestra palmaria de su conciencia– como a la forma de organización de las mismas –índice revelador de su inconsciente–. Pues pensamos que el tipo de relación social característica de un colectivo de militantes señala un contenido latente (la dinámica de organización), a menudo contrario al contenido manifiesto (la retórica del programa). Por alguna razón, lo primero que hace el militante por la emancipación humana es someterse a un dirigente en la estructura jerárquica del Partido o del «movimiento». Ni hablar de la imposibilidad del proyecto populista de «liberación» a través del Estado, el mito y el culto a la personalidad del líder: ¿qué «liberación» empuja a un militante a adoptar medios de humillación y obediencia para alcanzar su objetivo? También nos interesa interrogar esa experiencia crítica de las corrientes que, para abreviar, llamaremos «post-nietzscheanas»: ¿por qué razón esa experiencia crítica es tan aguda a la hora de problematizar el cuerpo, sus géneros en disputa, las relaciones de poder que los penetran, las bio y las anatomopolíticas, y a la vez es tan obtusa para problematizar el cuerpo asalariable, el cuerpo academizado, el cuerpo familiarista, el cuerpo conyugal?

Algo de esto quisimos indagar en el dossier que preparamos para este número. Afrontar esas perplejidades exige, desde nuestro punto de vista, hacer una genealogía del problema de la (auto)conciencia en general y de la (auto)conciencia de clase en particular. Que es lo que ensayamos en la introducción «El olvido del ser (capitalista)». Porque la autoconciencia no existió siempre. Tuvo su punto de aparición, de «emergencia», su Entsehung, en el juego beligerante de dos sistemas de sumisión: el orden feudal y la sociedad burguesa. Y tuvo su fuente, su «procedencia», su Herkunft, allí donde el cuerpo y la historia hallaron una singular articulación: trabajo y capital.4 De tal modo que el problema de la (auto)conciencia emergió en un determinado estado de fuerzas económico-políticas en lucha y procedió marcando el cuerpo humano de una determinada manera. El resultado de estas tribulaciones, alientos y hartazgos se verá en las páginas siguientes.

3.

Que la universidad ni empieza ni termina en los muros de un edificio ha sido demostrado en dialéktica, por lo menos, desde que exhibimos las tareas de legitimación que asume la filosofía académica5. En el presente número, la sección Universidad incluye dos documentos que ilustran cabalmente esa tesis. En uno, el colectivo Edu-Factory, explica la crisis de las universidades en el marco de la crisis económica mundial. Y entre las dos respuestas hegemónicas –nostalgia populista por los escombros y avidez liberal por venderlos al mejor postor–, propone una tercera, ya en marcha como tendencia concreta a nivel interacional: la autoformación. Por su parte, el colectivo de estudiantes y trabajadores de la salud Producción horizontal6 narra y analiza el revés sórdido y oscuro de los relucientes delantales médicos: «Llevo 36 horas sin dormir… ¿te opero?, ¿te medico?» es la proposición que anuncia crudamente cómo es la vida de los residentes y cómo son las condiciones en que se ejerce la medicina en Argentina.

Y es tal la internacionalización de esta praxis autoformativa, que en este número no sólo tenemos como ejemplar vernáculo la sección permanente Agenda y actividades (en la que se detallan grupos de estudio, materias y seminarios colectivos, revistas autogestionadas) sino también, en la sección Reseñas, la presentación de Lo común en litigio, el primer libro del grupo de pensamiento Polética, producción de completa factura colectiva y autónoma. También tres textos que miran al sesgo los problemas que atraviesan el dossier: Reich habla de Freud, que recupera una larga entrevista al díscolo discípulo del interpretador de sueños y en la que no sólo se habla de las tensiones de dicha relación sino también del deseo y la muerte; El poder, una bestia magnífica, reciente compilación de textos de Michel Foucault, en los que se interroga renovadamente sobre temas que ya tienen su marca: el poder, la prisión y la vida; Narraciones de la independencia y Rebeldes y confabulados, dos reciente libros de Dardo Scavino en los que propone una mirada lacaniana de los procesos de subjetivación en América Latina y, particularmente, en Argentina. Abre esta sección el comentario sobre El marxismo y la filosofía del lenguaje, del ruso Valentín N. Volóshinov.

E incluimos, en Artículos varios, «Las flores del delirio (Valor crítico y sentido clínico de Proust y los signos)»; ensayo que pretende inscribir cierto movimiento del pensamiento de Gilles Deleuze en la problemática más general de la constitución de subjetividades.

4.

La autonomía de la clase trabajadora es autoconciencia de la histórica autoproducción humana en y con la naturaleza. Si la emancipación de los trabajadores será obra únicamente de los trabajadores, entonces en lugar de una política de masas preferimos ampliar una forma de hacer política. Sin patrones, sin dioses, sin Estados, sin representantes, sin ídolos, sin fetiches, sin naciones, sin maridos, sin esposos, sin policías… Sin esperanzas mesiánicas y sin miedo a equivocarnos. No queremos tronos de ningún tipo. No queremos dirigentes. Ni religiones. Ni muchedumbres obedientes.

Compañeros de viaje necesito, compañeros vivos, — no compañeros muertos ni cadáveres, a los cuales llevo conmigo adonde quiero.

Compañeros de viaje vivos es lo que yo necesito, que me sigan porque quieran seguirse a sí mismos — y vayan allá donde yo quiero.

Una luz ha aparecido en mi horizonte: ¡no hable al pueblo, Zaratustra, sino a compañeros de viaje! Zaratustra no debe convertirse en pastor y perro de un rebaño.7

Colectivo de trabajo

Mayo de 2013.

1 Ver en este número de dialéktica la declaración del Colectivo de co-organización militante (Nodo): «Ni un líder secular ni un líder religioso: por una política sin dirigentes» (abril 2013).

2 Si el lector se pregunta qué tiene que ver Bergoglio con Chávez, dejamos que responda Nicolás Maduro: «Nosotros sabemos que nuestro comandante ascendió hasta esas alturas, está frente a frente a Cristo. Alguna cosa influyó para que se convoque a un Papa sudamericano, alguna mano nueva llegó y Cristo le dijo: llegó la hora de América del Sur.»

3 Marx, K., Introducción a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel. http://www.marxists.org

4 Ver Foucault, M., «Nietzsche, la Genealogía, la Historia», en Microfísica del poder, trad. J. Varela y Fernando Alvarez-Uría, Madrid, La Piqueta, 1992, pp. 7-31. También Bensaïd, D., «Una nueva escritura de la historia», Marx intempestivo (Grandezas y miserias de una aventura crítica), trad. Agustín del Moral Tejeda, Buenos Aires, Ediciones Herramienta, 2003, pp. 29-71.

5 Ver el dossier «Los intelectuales y el poder» en Dialéktica, n° 3/4, octubre de 1993; también sus repercusiones en el número siguiente, 4/5, setiembre de 1994. Todo este material fue reeditado en forma de ficha, la cual puede bajarse de http://www.revistadialektica.com.ar, o bien adquirirse en soporte de papel en los lugares de distribución que figuran en la sección Agenda y actividades. También contactándose a dialéktica@gmail.com

7 Nietzsche, F., Así habló Zaratustra (Un libro para todos y para nadie), trad. Andrés Sánchez Pascual, Buenos Aires, Alianza, 2007, p. 44.